VAMOS EN CONTRAVÍA

sábado, 02 de agosto de 2025 a las 07:00 AM Publicación

Los cuestionamientos a la actual política energética colombiana van más allá de los titulares de prensa nacional. Los efectos del abandono a la industria de los hidrocarburos sin una transición estratégica y organizada se están sintiendo tanto en el aspecto social como en el económico, trayendo de regreso un boomerang de desaciertos repleto de consecuencias negativas que dejan al descubierto los errores cometidos al estigmatizar un sector que representa una fuente clave de ingresos fiscales, exportaciones y empleo en el país.

Colombia se ha convertido en el único país de la región en no firmar nuevos contratos de petróleo y gas entre 2023 y marzo de 2025, mientras que naciones vecinas, como Brasil, han firmado 185 contratos en el mismo lapso, avanzando en una transición energética en armonía con el desarrollo de la actividad petrolera. Ante este panorama, la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP) ha señalado que se proyectan pérdidas cercanas a los $40 billones entre 2027 y 2035. Así se comprueba, una vez más, que ir en contravía se traduce en un riesgo significativo para la estabilidad económica del país y su seguridad energética.

A diferencia de la mayoría de países, en Colombia la combustión de hidrocarburos no es la principal fuente de emisiones de gases contaminantes. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), el sector industrial con un 50,16 % y el de transporte con 40,71 % son los principales responsables de la contaminación ambiental. Más del 78 % de las emisiones de partículas causantes del cambio climático y contaminación del aire provienen de los más de 15 millones de vehículos que transitan en el país. Si lo que se busca es descarbonizar y alcanzar las metas ambientales: ¿Por qué no se establece un plan para descontaminar los sectores que más contaminación producen?

A nivel mundial, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero representan aproximadamente el 0,5 %. Por habitante tenemos un registro de cerca de 1,9 toneladas de CO2 al año, cuando el promedio mundial es de 4,8 t y en el ranking de países por emisiones de CO2, ocupamos el puesto número 139 de 184. Si bien tenemos una responsabilidad con la protección del medio ambiente y la conservación de nuestros recursos, no tenemos por qué asumir la descarbonización como una gran carga, ignorando los sectores productivos, su realidad e impacto. Si seguimos así, se irá al traste cualquier política ambiental y sus loables propósitos.

La creciente tensión entre las ambiciones ambientales y la estabilidad macroeconómica nos está conduciendo a un túnel sin salida. Aunque la transición energética está sumando destacados resultados en el suministro de energía, nos encontramos lejos de reemplazar el uso de petróleo y gas en las necesidades internas de energía y combustible, así como de satisfacer la demanda de las materias primas que se obtienen de los procesos de refinación de los hidrocarburos. La transición energética no tiene por qué realizarse a costa del debilitamiento de la industria petrolera, es posible y correcto, hacer el tránsito a las renovables sin poner en riesgo la economía nacional, confiabilidad del sistema y la soberanía energética.

Ultimas noticias

VAMOS EN CONTRAVÍA

Publicación