RESPONDER CON ALTURA

miércoles, 23 de julio de 2025 a las 07:00 AM Columnas

El Ministerio de Relaciones Exteriores atraviesa una crisis inédita, en la que la estabilidad diplomática parece ser más una excepción que una norma. Las grietas internas en el gobierno han profundizado los problemas e irregularidades que de tiempo atrás viene arrastrando el ministerio con liderazgos cuestionables que no han sabido interpretar el momento del país en materia internacional para diseñar y ejercer una verdadera política exterior nacional que reivindique la diplomacia colombiana.

Por el contrario, en este gobierno hemos quedado en la cuerda floja en las relaciones exteriores y comerciales. Las controversias y desautorizaciones han estado al orden del día en la cartera con un fuego amigo que ha afectado el funcionamiento de la Cancillería y con ello la política internacional. En estos momentos podemos afirmar que no existe una gestión de la política exterior. La calidad del servicio exterior de Colombia se encuentra en el entredicho internacional con una diplomacia improvisada que carece de un norte claro.

La insistente negativa del Gobierno Nacional a dar continuidad al contrato de los pasaportes con la firma Thomas Greg & Sons, la empresa encargada de la producción de pasaportes desde hace más de 17 años, ha sido la cereza del pastel. Las cuestionadas decisiones de funcionarios del gobierno y del mismo presidente Gustavo Petro, en torno a este tema, hoy tienen en vilo el futuro de la expedición del documento, la improvisación con la que se está realizando el proceso evidencia que estamos ante un nuevo modelo que carece de viabilidad técnica, jurídica y operativa.

En las distintas oficinas de pasaportes del país se han comenzado a sentir los efectos de la crisis en la expedición del documento. Agendar una cita se ha vuelto una tarea imposible en muchas ciudades, mientras aumenta el temor de un posible colapso por el cambio de modelo de pasaportes, en el que se ha empeñado el gobierno, generando un denso manto de incertidumbre sobre la continuidad del servicio. La cancelación de la licitación en 2024, así como la reciente firma del convenio con la Imprenta Nacional para la producción de pasaportes, que hasta ahora no incluye a Portugal como aliado internacional en la implementación del modelo, llena de dudas el proceso de transición que debería realizarse de manera transparente y garantista.

Por otro lado, en el rosario de dificultades por las que atraviesa la Cancillería se encuentra el quiebre en la relación con Estados Unidos, que mantiene en zozobra a los nacionales; la suspensión de las relaciones diplomáticas con Israel cuyo efecto se está sintiendo en los programas de las Fuerzas Militares; la falta de funcionarios diplomáticos en varios consulados del país que está afectando la prestación de servicios a los ciudadanos colombianos en el exterior. Ni que decir de la estigmatización de la carrera diplomática por parte del presidente Petro, quien durante un consejo de ministros, ordenó la eliminación de los requisitos para ser embajador en Colombia.

Esta cartera tan importante para el país debe dejar atrás la incertidumbre y las disputas internas que se han apoderado de ella, llenándola de contradicciones y posiciones ambiguas, un claro síntoma de una política exterior improvisada, atrapada entre intereses particulares y sin una carta de navegación. Urge dar un viraje al manejo de las políticas internacionales con un nuevo canciller coherente con amplia trayectoria diplomática, conocedor de la política exterior, que sea capaz de responder con altura a los desafíos diplomáticos que enfrenta el país.

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